Lo ideal sería que el próximo 15 de julio, tal y como lo ha establecido el Ministerio de Educación, el retorno a clases en los colegios públicos del país sea por fases, es decir, una primera semana preescolar, a la siguiente primaria, después secundaria, etc.
Así lo afirmó Julián de Zubiría, director del Instituto
Alberto Merani, durante la reciente sesión de “#LeerparaConstruir,
conversaciones que ayudan a entender la crisis”, organizada por la Editorial de
la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), en el marco de las actividades de
la iniciativa Convergencia por Colombia.
Para el pedagogo, “el regreso a clases presenciales requiere
más planeación: la ministra de Educación se equivocó al establecer esta
condición para todos los colegios el mismo día, lo cual puede ser delicado”.
Agrega que el retorno debe ser gradual, progresivo y muy
seguro, y para esto último se necesita de la participación activa de profesores
y padres de familia o acudientes.
“La educación presencial la necesitan no solo los niños,
sino también los profesores y las madres; una de cada tres mamás perdió su
empleo en parte porque ellas son quienes cuidan a los hijos”.
El profesor Moisés Wasserman, exrector de la UNAL, señaló
que “indudablemente la presencialidad es fundamental. Uno de los problemas más
serios de este año y medio es que ha habido un ahondamiento en la inequidad y
un aumento en la brecha entre quienes tienen acceso a internet y los que no lo
tienen o es limitado”, reiteró.
En su opinión, dicho rezago requiere de una época de recuperación
y restauración. Además, aparte de los niños que tienen dificultades para el
acceso –alrededor del 40 % en las zonas urbanas y entre el 0 y 20 %
en las áreas rurales–, también “hay que tener en cuenta a los niños y jóvenes
que tienen dificultades académicas y que normalmente requieren un apoyo para
superar la falta de comprensión de un problema específico en matemáticas o
ciencias; en este momento ellos se encuentran en una inmensa desventaja”,
aseguró.
A su turno, la profesora Luz Arabany Ramírez, del
Departamento en Informática y Computación de la UNAL Sede Manizales, dijo que
la virtualidad ha hecho manifiestas las diferencias entre los estudiantes.
“Aún en un mismo salón con dificultades todos éramos
iguales, pero ahora existen además las dificultades para la conexión por
calidad en la señal o por el espacio desde el cual se conectan, como por
ejemplo la sala de su casa, donde además está su familia. La presencialidad
permite trabajar con ellos en igualdad de condiciones”.
Gente instruida
“La educación es la que nos hace humanos”, afirma con
contundencia el profesor Wasserman y agrega: “somos humanos porque tenemos la
educación”.
Para el profesor De Zubiría, “la educación cambia la vida de una persona: cuando los hijos de familias de escasos recursos acceden a educación superior cambian los proyectos de vida de ese grupo familiar; a esto se le denomina movilidad social: la educación es la llave maestra para que los hijos de los pobres no estén condenados a la pobreza”.
“Desafortunadamente en Colombia eso no pasa; para que los
hijos de los pobres abandonen la pobreza se requieren, según los cálculos del
Banco Mundial, 11 generaciones. Esto pasa porque el país no cuenta con una
buena educación básica pública”.
“La educación cambia la vida, pero la muy buena educación
transforma sociedades, de ahí que ninguna sociedad en el siglo XX salió
adelante sin hacer transformaciones educativas”, concluye el maestro De
Zubiría.
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