martes, 20 de diciembre de 2022

Forest Mind y El Testigo, exposiciones abiertas en el Claustro de San Agustín

 En diciembre, el Claustro de San Agustín, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), estará abierto al público en sus horarios habituales de martes a domingo de 10 de la mañana a 6 de la tarde –excepto los días 25 y 26, y el 1 y 2 de enero de 2023– para que todos los bogotanos y turistas que vienen a la ciudad visiten las exposiciones Forest Mind y El Testigo.

Forest Mind es la nueva obra de la videoartista suiza Ursula Biemann, comisionada y producida por el Museo de Arte de la UNAL. Se trata de una instalación que recoge su trabajo colaborativo de cuatro años con el pueblo inga panamazónico, en el cual la teórica del arte retoma su interés personal en la inteligencia de la naturaleza.

La curaduría de la exposición está a cargo de María Belén Sáez de Ibarra, profesora y directora de Patrimonio Cultural de la UNAL, quien señala que “la parte principal de la exposición es el videoensayo Forest Mind, una pieza metafísica y teórica fundamentada tanto en la investigación en campo como en lecturas científicas que Ursula Biemann ha realizado a lo largo de su vida, y además en el uso de las tecnologías de imagen más avanzadas para computar secuencias de ADN de la selva tropical”.

“Así, Biemann expone que la naturaleza alberga una inteligencia innata que se manifiesta incluso a nivel molecular, compartida a través de megarredes hiperconectadas entre todo el reino vegetal y que impacta las demás formas de vida”.

Destaca además que “la artista explica que esta inteligencia vegetal se manifiesta poderosamente a través del yagé, y los médicos tradicionales saben cómo manejarla; es un conocimiento salvaguardado durante 500 años por los chamanes inga”.

La exposición, que estará abierta hasta el 30 de abril de 2023, está integrada por el videoensayo artístico Forest Mind, el documental Vocal Cognitive Territory y la plataforma multimedia on-line Devenir Universidad, tres obras que se entrelazan para reflexionar sobre la interconexión de la vida.

El Testigo

De otra parte, la exposición El Testigo, del fotoperiodista colombiano Jesús Abad Colorado, es un punto de referencia para la comprensión, reflexión y discusión profunda de la paz y el posconflicto en Colombia.

“La exposición mantiene el tono ético de la muestra, en la cual no acusa ni toma partido, sino que invita a la responsabilidad colectiva de la dolorosa historia que ha atravesado al país y a una reconciliación para fomentar la esperanza y la reconstrucción”, afirma la profesora Sáez de Ibarra, curadora.

Agrega que “la muestra se presenta con el rigor científico de este periodista, pero al mismo tiempo con el afecto y el sentimiento que lo caracterizan: un retrato amoroso que apuesta por la esperanza y la dignidad humana evocando la reconciliación como una invitación a ponernos en la piel del otro”.

Son más de 500 fotografías en blanco y negro y color, muchas de ellas inéditas, capturadas entre 1992 y 2018, y cuyas historias van hiladas en un discurso construido de forma colectiva y académica, con un equipo que acompañó a este “testigo” durante meses, aunque están narradas en primera persona.

Igualmente se apoya en recursos multimedia, proyecciones en gran formato, mapas, cifras, estadísticas y resúmenes de estudios realizados por el Centro Nacional de Memoria Histórica y la Unidad de Víctimas.

La muestra está dividida en cuatro salas: “Tierra callada”,“No hay tinieblas que la luz no venza”,“Y aun así me levantaré”, y“Pongo mis manos en las tuyas”, cada una de las cuales  muestra diferentes realidades del conflicto armado del país como el desplazamiento, la desaparición forzada, la violencia en civiles y las manifestaciones por la paz.

La exhibición no pretende abarcar todo el territorio ni toda la historia del conflicto armado nacional, sino construir desde la particularidad, desde los fragmentos de esa parte del país que Colorado ha documentado, desmarcando a las víctimas de la identidad colectiva que ha fomentado su invisibilidad, para identificarlas como personas únicas.

Las visitas para grupos se deben programar con mínimo tres días de antelación, llenando este formato en línea. El Claustro de San Agustín está ubicado en la carrera 8 #7-21, en Bogotá.




 







viernes, 2 de diciembre de 2022

Residuos de madera convertidos en energía, carbón vegetal y hasta vinagre

 Hojas de los árboles, viruta de madera, cisco de café o cascarilla de arroz, entre otros residuos, son la materia prima con la que se pueden generar energías con emisión neutra de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, además de productos como biochar (carbón vegetal) y vinagre de madera, muy cotizados en el mercado. Con innovaciones como estas, la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín proyecta la puesta en marcha de una spin-off.

Imagine que todas las hojas que poda de los árboles de su finca pueden ir no a la basura sino a una máquina que las procesa y obtiene de ellas energía para iluminar un espacio o para utilizar la lavadora o la licuadora. Así, los residuos que muchas veces son considerados como basura, dejarían de ser problema para convertirse en una oportunidad.

Como las oportunidades se aprovechan, el grupo de investigación Termodinámica Aplicada y Energías Alternativas (Tayea), de la UNAL Sede Medellín, lidera investigaciones que les permitan generar energía eléctrica y obtener productos con valor agregado.

Uno de los procesos para llegar a dichos fines es la gasificación, que “consiste en tomar un material sólido carbonoso, como por ejemplo las hojas de las podas de los árboles, y meterlo en un reactor a una temperatura de unos 850 °C, en presencia de poco de oxígeno, vapor de agua y dióxido de carbono”, explica profesor Farid Chejne Janna, líder del Tayea.

Allí el material lignocelulósico, llamado técnicamente biomasa, empieza a ser “cortado a nivel molecular”, o craqueado.

“Se trata de cadenas largas de carbonos, hidrógenos y oxígenos que se van ‘cortando’ durante la gasificación, de manera que van quedando moléculas más pequeñas como metano, monóxido de carbono, hidrógeno, etc.”, complementa Carlos Mario Ceballos, investigador del Tayea y profesor de la Universidad de La Guajira.

El resultado de este proceso es un producto gaseoso rico en hidrógeno y monóxido de carbono, gases que se pueden usar para producir energía eléctrica o térmica, que incluso se podrían enriquecer con más hidrógeno para llevarlo a otro tipo de reactor y producir gasolina, diésel, keroseno, dimetil éter (precursor de biocombustibles y productos químicos) o ácido acetilsalicílico (aspirina).

Todas estas posibilidades abren un panorama alternativo para la industria colombiana, que el grupo de investigación ha llamado “descarbonización”, pues el proceso de gasificación permite generar energía eléctrica con una emisión neutra de dióxido de carbono –uno de los principales causantes del calentamiento global– evitando la producción de metano, que es 28 veces más dañino que el CO2 y que se genera por la descomposición inadecuada de los residuos agroindustriales.

“Con base en la tecnología de gasificación, que ya se tiene desarrollada, junto al uso de la alta ingeniería (modelamiento matemático, simulación de procesos, optimización y diseño de equipos), se está buscando aportar a la descarbonización de la industria colombiana”, comenta el profesor Ceballos.

Tanto así, que el Tayea proyecta crear “DeCO2”, una spin-off que proporcionaría dispositivos para la gasificación y la generación de energía; además ofrecería asesoría en torno a la optimización de procesos industriales con base en el modelamiento y la simulación. La industria nacional tiene un potencial de ahorro energético que rondaría entre el 20 y 25 %.

En ese sentido, proyectan conformar “distritos de aprovechamiento energético de residuos”, en los que, con volúmenes de biomasa intermedios producidos en empresas medianas, grandes unidades residenciales, universidades, colegios o centros vacacionales, se pueda generar energía y otros productos de valor agregado.

Así, teniendo en cuenta que con la gasificación quedan algunos elementos sólidos –como el biochar– y líquidos –como el vinagre de madera, usado en la industria alimentaria–, el grupo también le está apostando a la consolidación de productos para el mercado.

“El biochar se puede convertir en carbón activado, muy usado en la captura de gases, la limpieza de afluentes hídricos y el sector textil”, señala el profesor Ceballos.

Además de las innovaciones conocidas hasta ahora, el Tayea avanza en la simulación molecular, el modelamiento de procesos a escala de partícula y a escala de proceso y el desarrollo de nuevos diseños ingenieriles para la generación de tecnologías locales.