miércoles, 28 de octubre de 2020

Monitores le siguen apostando a la educación climática a través de herramientas virtuales

Fundación Natura e ISAGEN, le siguen apostando a la virtualidad como canal de comunicación con la comunidad rural que participa del proyecto de Monitoreo Micro-climático en el área de Influencia de la Central Hidroeléctrica Sogamoso en Santander.

Gracias a la posibilidad de conectividad y los buenos resultados del trabajo virtual que se han venido teniendo con los agricultores del área, durante el aislamiento preventivo, la estrategia de Monitoreo Climático Participativo retomó su plan de fortalecimiento 2020 a través de estas herramientas, ya que hasta el mes de marzo se venía desarrollando de manera presencial.

En estos meses se ha podido llevar a cabo el primer módulo temático, el cual abordaba generalidades y conceptos básicos del clima y la importancia del Monitoreo Participativo (MCP).

El plan virtual de fortalecimiento MCP 2020, está constituido por la implementación de una serie de módulos temáticos que incluyen dos componentes que se desarrollan de maner transversal: el componente socio-comunicacional y el componente agroclimático, que se están llevando a cabo de manera virtual desde el mes de octubre y culminarán en el mes de diciembre, contando con la participación de un 40 % de los agricultores que hacen parte de la estrategia de Monitoreo Climático Participativo.

Este plan virtual consta de tres módulos temáticos que son implementados de acuerdo a la fase en la que se encuentre el monitor climático. En la primera, los productores aprenden a manejar los equipos y a realizar el registro diario de la información. En la segunda, se familiarizan con conceptos sobre la meteorología y su relación en el espacio y el tiempo. Finalmente, en la fase tres, aprenden a utilizar la información para planear las labores dentro de sus sistemas productivos.

A través del desarrollo de los módulos temáticos, Fundación Natura e ISAGEN tienen como su principal objetivo fortalecer los conocimientos de los agricultores que participan del Monitoreo Climático Participativo, desde el enfoque de Ciencia Ciudadana; logrando procesos de alfabetización científica y apropiación de conceptos agro-meteorológicos por parte de los participantes en la estrategia, buscando así, el desarrollo de capacidad local en el territorio.

Esta información hace parte del “Programa para atender la percepción de la comunidad acerca de posibles cambios microclimáticos ocasionados por el embalse Topocoro” y el Proyecto de Monitoreo Microclimático en el área de influencia de la Central Hidroeléctrica Sogamoso, desarrollado mediante el convenio 47-681 entre ISAGEN y Fundación Natura.








viernes, 16 de octubre de 2020

Aceites esenciales combatirían gorgojo de los cereales

 A partir de plantas como lavanda, romero, anís y eucalipto se pueden obtener aceites esenciales, con los cuales se produciría un insecticida eficaz para combatir la plaga de gorgojo castaño de harina (Tribolium castaneum), un insecto que causa cuantiosas pérdidas por daños ocasionados a cereales almacenados como trigo, maíz o cebada.

Luis Fernando Perdomo, magíster en Ciencias - Química de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y miembro del grupo de investigación Química de Productos Naturales Vegetales Bioactivos (QuiProNaB), analizó los estudios previos para hacer una lista de compuestos de origen natural descritos como óptimos para combatir la plaga, y evaluó su efectividad como potencial insecticida. 

Su motivación es frenar el uso indiscriminado de insecticidas producidos a base de químicos para controlar plagas en cultivos, los cuales son muy nocivos para la salud de los humanos, además de contaminar el medioambiente.

El aceite esencial es el proceso de compuestos volátiles o mezclas de estos que se obtienen de una planta por arrastre con vapor o hidrodestilación.

Dichas mezclas tienen diferentes compuestos químicos, pero, a diferencia de los insecticidas que se comercializan en el mercado, los propuestos en la investigación no tienen una fórmula sintética que pueda afectar la salud del ser humano o que sea potencialmente contaminante.

La investigación determina que entre las plantas más comunes con mejores compuestos están el romero, anís, eucalipto y la lavanda; hay otras especies que no tienen nombre común, como Piperaceae, una familia de interés en la que por lo general se seleccionan las plantas muy aromáticas, generalmente con buenos contenidos o grandes rendimientos de aceite esencial.

“También se trabajaron familias como Lauraceae y Lamiaceae. No es una regla general que los aceites tengan entre 10 y 15 compuestos, existen otros que tienen 3; eso depende de la familia, del sitio geográfico y de la cantidad de lluvia, entre otros factores”, dijo el investigador.

Cromatografía de gases

De los 45 aceites esenciales evaluados se seleccionaron 23 para determinar los compuestos y evaluar su potencialidad como alternativa natural para combatir el gorgojo.

“Existe una técnica que se llama cromatografía de gases, por medio de la cual se puede identificar qué compuestos puede haber y en qué porcentaje están en el aceite esencial. El 1,8-cineol, por ejemplo, lo encontramos en varios aceites y es muy efectivo”, detalla el investigador.

Sin embargo, aclara que algunos de los compuestos analizados se obtuvieron en el mercado: “uno compra el compuesto o el eucalipto –que está en mayor proporción en un aceite esencial– y se usa la cromatografía flash para separar los compuestos adicionales”.

Entre las conclusiones del investigador Perdomo está que algunos compuestos tienen gran potencial de manera individual, pero al mezclarse no presentan esta misma característica. En otros casos, como el del eucalipto, no mostró resultados de manera individual, pero al combinarse con otros compuestos presentó alto potencial.



lunes, 12 de octubre de 2020

Madres, transmisoras de una cultura de paz

Preocuparse por el bienestar del otro, resolver las diferencias sin confrontaciones, mantener un diálogo permanente y confiar, son algunos de los comportamientos identificados en madres de adolescentes de Bogotá.

Ellas inculcan la idea de la convivencia, de la posibilidad de estar con personas distintas en medio del respeto, de cómo el diálogo permanente en la cotidianidad es el camino para encontrar una forma distinta de resolver los problemas, y que no pase en medio de una confrontación.

Así lo explica Eduardo Aguirre, director del Departamento de Psicología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien formó parte del equipo de investigación que reúne a las cinco universidades públicas de Bogotá y que realizó el estudio que busca resolver la pregunta: ¿qué tan importante es el rol de las madres para que los adolescentes entiendan y se apropien de las ideas que rondan la paz?

Los resultados de este trabajo, que se adelantó con base en las narrativas de 323 madres de adolescentes de diferentes estratos socioeconómicos, así: estrato 2 con 55 %, 3 con 36 %, 4 con 4 % y 1 con 5 %, se presentaron durante el “Encuentro de investigación y diálogo interuniversitario 2020: Academia y Sociedad”, organizado por el Instituto Colombo Alemán para la Paz (Capaz) y la Dirección de Investigación y Extensión de la UNAL.

El proyecto busca comprender las prácticas y narrativas que tienen algunas madres de Bogotá en relación con la paz en el escenario posterior a la firma de los Acuerdos de La Habana, y cómo la trasmisión de la cultura de paz es clave en la construcción de una sociedad orientada a ella.

Para el análisis, los investigadores entrevistarían a madres de hijos con edades entre 11 y 14 años; sin embargo en marzo, cuando empezaron a recolectar los datos, llegó el confinamiento por la pandemia en Bogotá, y eso obligó al equipo a apoyarse en canales digitales.

Reconocer al otro

Uno de los hallazgos del estudio –financiado por la “Convocatoria de proyectos de investigación en paz y posacuerdo” del Sistema Universitario Estatal (SUE) del Distrito Capital– es que las madres le dan más peso al bienestar del otro, a relacionarse en buenos términos, a resolver los conflictos de manera pacífica, “esto va muy en línea con la idea del posacuerdo, con la idea de reconocer al otro, de resolver las diferencias sin confrontaciones”, explica el doctor Aguirre.

La investigación revela que las madres consideran que en “colaborar con el otro” y “ser educado” se puede gestar el respeto a la diferencia, tanto en el hogar como en el espacio escolar.

“Estas prácticas de crianza promueven la preocupación por el otro como valor social, algo que se aprende en la familia, se reproduce en el transcurso de la vida y probablemente en el comportamiento de adulto”, señala el director Aguirre.

Los investigadores encontraron que para las madres los amigos son importantes, ya que permiten asumir compromisos, retos, son apoyo a su desarrollo personal, a la reciprocidad, a ver el valor del compañerismo y el respeto al compartir el espacio público y el autorrespeto.

En ese aspecto, el doctor Aguirre agrega que gracias a esa narrativa se genera un vínculo con los padres más allá de una relación transitoria. “Al final la amistad permite que la acción política tenga un sentido menos instrumental, que fomente el compromiso de los jóvenes con su entorno social”, subraya.

Autoridad para resolver conflictos

Dentro de esas narrativas de las madres entrevistadas, que tenían en promedio 38 años, los académicos señalan que estas les trasmitían de forma importante a sus hijos la idea del funcionamiento del Estado, de acudir –si se requiere– a las autoridades o instituciones para la resolución pacífica de conflictos, que acatar las normas permite una mejor convivencia y garantiza su seguridad dentro y fuera del hogar.

Otro aspecto que se resalta es el discurso de que “es necesario enseñarles a los hijos a defenderse en los entornos fuera de la casa”, pero al tiempo recalcan la idea de la paz como una construcción en los territorios, ámbitos cotidianos, el hogar y los espacios públicos, como la escuela.

“Encontramos una interesante dicotomía entre un apoyo a la resolución de conflictos, a forjar la confianza en los otros, y una desconfianza en los entornos que están más allá del hogar, como los espacios públicos de la ciudad que habitan los jóvenes”.