Las
vedas de pesca durante mayo y junio para bocachico, y mayo y septiembre para
bagre, más un pago mínimo por actividades de “guarda-ciénagas”, serían las
mejores opciones para manejar el sistema pesquero del humedal continental más
grande de agua dulce de Colombia.
La
Aunap registró 2.253 pescadores en la zona de la ciénaga de Zapatosa.
Así lo estableció el estudiante Andrés Camilo Castaño
Barreto, aspirante a magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional
de Colombia (UNAL) Sede Palmira, después de evaluar –mediante la dinámica de
sistemas (metodología de modelación matemática aplicada)– tres políticas para
manejo de pesca artesanal en la ciénaga de Zapatosa, que el año pasado obtuvo
la categoría de Humedal Ramsar (por la Convención Relativa a los Humedales de
Importancia Internacional).
Para efectuar la simulación se diseñó un modelo bioeconómico
mediante el software Vensim® con base en las variables de la población como
tasa de natalidad y mortalidad de la región; edad de inicio de la pesca;
población de pescadores; costo operativo promedio mensual y número promedio de
faenas (tiempo de pesca) por pescador al mes, entre otras.
Así mismo se consideraron las variables de tres grupos de
poblaciones de peces: bocachico (Prochilodus magdalenae) y bagres
(Siluriformes), por su alta demanda, y en el tercero se agruparon las demás
especies del humedal. En los tres grupos se usaron variables como tasa máxima
de reproducción de peces, peso promedio y capacidad de carga, además de otras
relativas a la actividad pesquera como el porcentaje de peces para autoconsumo
y el precio promedio por kilogramo de pescado.
En la política número 1 se aplicó la veda de pesca tanto
para el bocachico durante mayo y junio como para las especies de bagres en mayo
y septiembre. En la 2 también se utilizaron las prohibiciones, más la adición
de un pago a los pescadores durante dicho periodo, y en la 3 los pescadores
dejarían de realizar el oficio pesquero para dedicarse a otra actividad, por la
que recibirán un ingreso del salario mínimo.
La mejor alternativa simulada fue la política número 2, en
la cual se respetan los tiempos de veda para las especies mencionadas, pero
brindando un ingreso a los pescadores, no como subsidio, sino como pago por
ejecutar actividades de “guarda-ciénagas” (limpieza de la ciénaga, destapar los
caños que desembocan en el humedal, contribuir a la reforestación y otras
tareas para proteger el ecosistema).
La diferencia con la política número 1 radica en que si los
pescadores respetan los tiempos de veda impuestos por el Gobierno nacional no
tienen cómo suplir las necesidades económicas para mantener a sus familias.
Ellos conocen las prohibiciones, pero se ven obligados a irrespetarlas por una
necesidad básica, aun sabiendo que puede tener efectos perjudiciales en las
poblaciones pesqueras. Por eso la incorporación de una mensualidad es clave
para subsanar la economía durante las vedas.
Con respecto a la política número 3, “la realidad es que
muchos de los habitantes de la ciénaga de Zapatosa ven la actividad pesquera
como un modelo de vida tradicional que no están dispuestos a modificar por otro
oficio. Además es poco probable que el Estado les pague una mensualidad a todos
los que antes eran pescadores, con tal de recuperar los daños causados por la
sobrepesca”, argumenta el investigador Castaño.
Dinámica de sistemas
A través de un diagrama causal y otro de flujos y niveles
elaborado para la pesca artesanal en la ciénaga –usando la dinámica de
sistemas– se observó que la disminución en la captura para los periodos de veda
recupera a las especies ligeramente, aunque también refleja el dinero
disponible del pescador, que es producto de restarle los gastos familiares a la
utilidad.
En las tres políticas simuladas en un periodo de 10 años se
observan meses en los que el dinero disponible muestra valores negativos, “lo
que indica que muchos veces las ganancias de la pesca en no alcanzan para
solventar los gastos familiares”, lo que corresponde a un fenómeno reportado en
la literatura: estancamiento económico debido al endeudamiento constante por
las fluctuaciones en las capturas durante el año, o porque el dinero que
ingresa no alcanza para cubrir gastos mensuales.
Encuesta acuícola y pesquera
Para
la investigación se trabajó con una muestra representativa de la encuesta
realizada en el macroproyecto, es decir 334 pescadores, correspondientes al
13,18 % de población reportada por la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca
(Aunap) en 2018 (2.253 pescadores en la zona.
Entre los resultados principales sobresale que un 67 % de
los encuestados reporta ingresos entre 250.000 y 1.000.000 de pesos, mientras
que el 33 % reporta ingresos menores a 250.000 pesos.
Otra cifra destacada es que el 99 % de los pescadores
respondió que se dedica a esta actividad artesanal de manera permanente.
Realizan en promedio 25 faenas al mes, en las que el 92 % de la captura se
destina a comercialización y el 8 % al autoconsumo. “La mayoría de los
encuestados afirmó que aunque conocen los periodos de veda no los respetan por
completo pues siguen pescando las especies vedadas”, apuntó el investigador
Castaño.
Esta investigación responde al fenómeno de la
sobreexplotación pesquera en la cuenca del Magdalena. Según datos de 2017 del
Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder), en 1973 las capturas fueron
del orden de las 79.000 toneladas, siete años después descendieron a 65.000 y
en 2006 la cifra llegó máxima a 6.000 toneladas.
Fuente: Universidad Nacional de Colombia - Sede Palmira
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