martes, 25 de febrero de 2025

“Estetoscopio” para edificios detecta posibles fallas internas mediante vibraciones

 Como un instrumento médico, surge una metodología que permite detectar si un edificio cumple con los parámetros estructurales definidos en su diseño, o si, por el contrario, presenta alteraciones que podrían afectar su estabilidad. Los acelerómetros de alta precisión registran movimientos imperceptibles causados por el viento, el tráfico o pequeños sismos, y con modelos matemáticos avanzados se determina si la estructura mantiene su estabilidad o si presenta fallas que podrían comprometer la seguridad de las personas.

Aunque los edificios son estructuras aparentemente rígidas, vibran constantemente, aunque tales movimientos no siempre son perceptibles. Por ejemplo, el viento genera ondas que hacen que las estructuras se balanceen como las palmeras se mecen suavemente con la brisa.

Para monitorear dichas vibraciones, el Reglamento Colombiano de Construcción Sismo Resistente (NSR-10) establece la obligatoriedad de realizar monitoreos estructurales, pero no especifica el procedimiento mediante el cual se deben transformar las mediciones en periodos de vibración, lo que deja un vacío en la metodología a seguir.

“Pese a que la norma establece las reglas de juego bajo las cuales los diseñadores estructurales tenemos que proyectar edificaciones sismorresistentes, no estipula una guía para hacerlo”, advierte el ingeniero Eduardo Gómez Guerrero, magíster en Ingeniería - Estructuras de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).

De ahí surgió su interés para brindar una “receta”, como él la llama, que les permita a estos profesionales conocer paso a paso el procedimiento a seguir con los resultados que les arrojen instrumentos como los acelerómetros.

En esto consiste

Para monitorear las estructuras existen metodologías como los ensayos destructivos, que aunque permiten obtener información detallada sobre el estado estructural de un edificio, requieren intervenciones invasivas que pueden comprometer la integridad de la edificación y generar costos elevados.

Por eso, la metodología en la que enfatiza su estudio se basa en el monitoreo de vibraciones ambientales por medio de acelerómetros, dispositivos que actúan como sensores para verificar si la construcción se comporta tal como se predijo en su diseño, una alternativa no invasiva que además proporciona datos útiles sin afectar la estructura.

El proceso consiste en instalar acelerómetros en distintos puntos de la estructura para captar las vibraciones causadas por el entorno. Estos dispositivos registran cientos de mediciones por segundo generando grandes volúmenes de datos, que luego se analizan mediante un software especializado. Si se detectan desviaciones, estos sensores pueden alertar sobre posibles fallas estructurales.

Para ello se utiliza la transformada rápida de Fourier (FFT), un modelo matemático empleado en procesamiento de señales, y los datos obtenidos se convierten en valores de frecuencia y periodo de vibración. Luego, estos resultados se comparan con los valores teóricos estimados en la etapa del diseño.

“Si ambos coinciden, se confirma que la estructura está en buen estado; una diferencia significativa indicaría problemas como fisuras, grietas, fallas en los materiales o asentamientos inesperados”, explica el ingeniero.

El investigador probó la eficacia de esta metodología aplicándola al Edificio de Aulas de Ciencias Gloria Amparo Galeano Garcés, del campus de la UNAL Sede Bogotá. “Elegimos este edificio debido a su diseño poco convencional. Tiene 3 pisos y se construyó con cilindros de concreto en vez de las típicas vigas y columnas. Además, no tiene muros divisorios ni otros elementos no estructurales que puedan alterar las mediciones”, agrega.

Para ello se instalaron acelerómetros en 9 puntos de la construcción, distribuidos a lo largo de los 3 pisos, y en cada ubicación se recopilaron datos durante 15 minutos, generando 1 millón de registros por sesión. Esto se debe a que el dispositivo toma 500 lecturas por segundo, registrando las aceleraciones en metros por segundo cuadrado (m/s2), lo que permite detectar variaciones rápidas en las vibraciones, similares a los que experimentaría un automóvil ante cambios abruptos en la aceleración.

Los datos de las mediciones se pasaron al modelo matemático y así se corroboró que la metodología es efectiva. Los valores obtenidos en las mediciones experimentales coincidieron con los valores teóricos calculados en el diseño estructural.

“Esto nos demuestra que el procedimiento experimental puede validar la estabilidad de un edificio y detectar posibles desviaciones. Además, nos permite determinar cuando este no tiene los mismos comportamientos estructurales que se asumieron al diseñarlo, como por ejemplo si quedó mal construido o si los materiales utilizados no fueron los adecuados”.

El ingeniero considera que esta metodología abre la posibilidad de desarrollar un sistema de monitoreo permanente, similar a un chequeo médico, para detectar a tiempo signos de deterioro en las edificaciones antes de que se conviertan en un riesgo para la seguridad de las personas. Además, indica que se podría integrar en los planes de mantenimiento preventivo de edificaciones, específicamente en territorios de alta actividad sísmica como Nariño, Cauca, Huila, Valle del Cauca y Chocó.







viernes, 21 de febrero de 2025

Rayos cósmicos “marcan” la Tierra para siempre, ¿cómo?

 Los rayos cósmicos, provenientes del espacio exterior, “tocan” toda la superficie terrestre, como lo hace la luz del Sol, pero con partículas subatómicas de alta energía. Su impacto sobre minerales como el cuarzo se puede medir en el tiempo para saber cómo era la Tierra antes de la aparición de los primeros humanos. Estudios adelantados en lugares como la Sierra Nevada del Cocuy-Güicán, el Altiplano Antioqueño y el río Farallones dan pistas sobre el clima, la erosión y la dinámica de los ríos del pasado, y aportan claves para la gestión del riesgo y la adaptación al cambio climático.

La lectura de las rocas se hace con métodos de distintos tipos y niveles de sofisticación, entre los cuales la isotopía cosmogénica es uno de los más revolucionarios, apenas explorado en Colombia.

“Parece una locura, pero así funciona: fuera de nuestro sistema planetario ocurren explosiones estelares que generan ‘radiación cósmica’, una forma de alta energía que, al atravesar la atmósfera, ocasiona una ‘cascada’ de partículas subatómicas (protones, neutrones, muones, piones…) que lo ‘tocan’ todo”, explica el geólogo Sergio Andrés Restrepo Moreno, profesor adscrito al Departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.

Por medio de colisiones, algunas de estas partículas “fragmentan” los átomos de minerales como el cuarzo, haciendo que, por ejemplo, el oxígeno y el silicio muten en berilio-10. Gracias a ellas el profesor Restrepo, en cooperación con investigadores de la Universidad de Grenoble Alpes (Francia) y EAFIT (Colombia), establecieron que la Piedra del Peñol –una roca de casi 200 m de altura localizada en Antioquia–, a pesar de formar parte de un altiplano labrado por ríos hace más de 21 millones de años, tardó apenas 2 millones de años en quedar completamente expuesta durante el Cuaternario.

“La isotopía cosmogénica revolucionó las ciencias de la Tierra, pues permite lo que ninguna otra técnica había logrado: abarcar una franja de tiempo amplia que va desde lo reciente –décadas, siglos y milenios– hasta decenas de millones de años, lo que facilita cuantificar la temporalidad y la magnitud de fenómenos que hasta hace poco no se habían podido medir”, agrega.

Para hacer estos análisis, los investigadores viajan a los lugares de interés, toman menos de 1 k de muestra de roca expuesta, y en el laboratorio la trituran, tamizan y separan por gravedad y susceptibilidad magnética para obtener el cuarzo, el mineral donde se almacena el berilio-10 cosmogénico.

“De esa cantidad queda una parte mínima, similar a un polvillo gris, que enviamos a los países que cuentan con los equipos para hacer las mediciones, como Francia o Estados Unidos. Cuanto más tiempo haya estado expuesta la roca mayor será la radiación cósmica recibida, es decir, mayor concentración de berilio-10. Esos datos nos los envían y nosotros los ‘traducimos’ y contextualizamos”, agrega el profesor.

Las glaciaciones en Colombia

El hielo y la nieve que cubren los picos montañosos de Colombia tampoco son estáticos. Su masa, área y volumen dependen del clima: en periodos cálidos o interglaciares disminuyen, y en periodos fríos o glaciales aumentan.

Además, fluyen lento y con fuerza valle abajo, arrastrando –como un gigantesco buldócer– material rocoso que termina acumulándose en forma de morrenas, que son crestas pedregosas situadas al final (morrena frontal) o a los lados (morrena lateral) del glaciar.

Recientemente estas se han estudiado en la Sierra Nevada del Cocuy-Güicán (Boyacá), el Nevado de Santa Isabel (Parque Nacional Natural Los Nevados) y el Páramo del Sol (Antioquia), con el fin tanto de establecer la edad de los ciclos de glaciación y deglaciación como de entender el cambio climático antes del Antropoceno, es decir, antes de que los seres humanos fueran un agente de perturbación de los procesos naturales.

Los estudios se hacen en el trópico colombiano, con expertos como Gordon Bromley, de la Universidad de Galway (Irlanda), y Meredith Kelly, del Darmouth College (Estados Unidos), teniendo en cuenta que el trópico, aunque es el “motor” del cambio climático y la puerta de entrada de la mayor cantidad de radiación solar, ha sido poco estudiado en este sentido.

“En las morrenas del país encontramos unos datos preliminares con los que concluimos que la deglaciación en el Máximo Tardiglaciar (inicio del deshielo que llevó al Holoceno, o últimos 11.000 años) se disparó rápido, y con diferencias temporales entre localidades, hace unos 15.000 o 17.000 años”, cuenta el geólogo.

Estos datos sirven para entender el cambio climático del pasado y sus efectos en los ecosistemas de alta montaña, que son reservorios naturales de vida y agua. “Así mismo, ayudan a comprender los ritmos del cambio climático-ambiental moderno y permiten diseñar medidas para la mitigación y la adaptación, entendiendo, por ejemplo, qué parámetros ejercen controles locales: la topografía, las fuentes de humedad o la circulación atmosférica, entre otros”.

Evolución del paisaje y riesgo para las comunidades

Según la Unidad de Gestión del Riesgo de Desastres, en el último siglo cerca de 1,5 millones de personas en Colombia han sido damnificadas por avenidas torrenciales y deslizamientos de tierra por lluvias, por eso es fundamental seguir estudiando estos fenómenos de forma transdisciplinar.

Con la isotopía geológica berilio-10 se han analizado las edades de grandes bloques de rocas arrastrados por este tipo de eventos, con el fin de establecer algunos datos sobre su periodicidad y magnitud.

En la cuenca del río Farallones de la cordillera Occidental (Antioquia), encontraron que la edad aproximada de algunos de estos depósitos era de 7.000 años, lo que coincide con un periodo de lluvias muy fuertes en la región.

“Así conectamos clima y respuestas geomorfológicas pretéritas que pueden dar claves sobre amenazas naturales o antrópicas para la sociedad moderna. Además, este evento pluvial se había  registrado en el norte de Suramérica, el Amazonas y el Orinoco, por otros grupos de investigación, y nosotros confirmamos que también impactó los Andes tropicales”, continúa.

Con esta información es posible desarrollar modelos fluviales asistidos por computador, para observar cómo se comportaría una creciente o una avenida torrencial al modificar parámetros como la precipitación media anual, la cobertura vegetal y las pendientes.





lunes, 20 de enero de 2025

Títeres emocionales: innovación educativa implementada en Sedes de la UNAL

 El proyecto, liderado por la profesora Flor Ángela Bravo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede de La Paz, explora el uso de títeres diseñados con componentes tecnológicos, como luces, sonidos y pantallas, que permiten expresar emociones de manera más vívida. Estos elementos enriquecen las actividades educativas y fomentan el desarrollo emocional y la empatía entre estudiantes, docentes y personal administrativo.

La iniciativa titulada “Explorando la inclusión, la convivencia y la construcción colectiva del conocimiento entre los estudiantes a través de actividades de drama educativo con títeres enriquecidos emocionalmente con elementos tecnológicos”, incluye el desarrollo de dos prototipos de títeres.

El primer prototipo consiste en títeres planos de varilla elaborados mediante impresión 3D, inspirados en animales como el jaguar y el zorro-perro. Estos incorporan una pantalla para proyectar expresiones faciales y emitir sonidos acordes con diversas emociones. El segundo, incluye títeres de mano que representan la fauna local del Cesar, como el loro cara-sucia, la serpiente cascabel y la iguana. Estos títeres fueron enriquecidos con luces de colores y sonidos asociados a diferentes emociones.

Además de los títeres, se diseñó una aplicación móvil que permite gestionar sus emociones mediante la activación de luces, sonidos y movimientos correspondientes a cada emoción, ofreciendo así una experiencia inmersiva y participativa.

La metodología se ha implementado en las Sedes de La Paz, Palmira y Amazonia, y con ella se han abordado temas fundamentales como la construcción del yo, el autocuidado, el cuidado del otro, la violencia de género y las nuevas masculinidades.  Con la realización de talleres se promovieron espacios de aprendizaje inclusivos que impactaron a estudiantes, docentes y personal administrativo, fortaleciendo habilidades emocionales y reflexivas.

Según la profesora Bravo, doctora en Ingeniería, “estos títeres representan una herramienta poderosa para conectar el aprendizaje emocional con contextos educativos diversos, adaptándose a las necesidades específicas de cada región”.

Innovación académica con impacto territorial

El proyecto se destaca no solo por su carácter innovador, sino también por su enfoque en la identidad cultural y el contexto local. En la UNAL Sede de La Paz, los títeres se integraron en la asignatura Lenguajes Visuales y Narrativos, donde estudiantes reflexionaron sobre la construcción del “yo” a través de dramatizaciones guiadas. En este proceso, los pares tutores de los Grupos de Estudio Autónomo (GEA) desempeñaron un papel fundamental al liderar talleres clave que garantizaron la calidad y cohesión de las puestas en escena.

A través de sesiones prácticas, el GEA trabajó con los estudiantes en las habilidades comunicativas para expresión efectiva de sus ideas, realizó revisiones detalladas de guiones, acompañó las grabaciones de las presentaciones y guió la edición de los videos finales. Este acompañamiento no solo fortaleció las competencias narrativas y técnicas de los participantes, sino que también aseguró que cada historia reflejara fielmente las emociones y valores promovidos por el proyecto.

En la UNAL Sede Amazonia, las actividades se desarrollaron en el marco de la Cátedra Nacional de Inducción y Preparación para la Vida Universitaria, abordando temas como género, salud mental y cuidado del ambiente. En la Sede Palmira, el taller “Historias que transforman” se enfocó en reflexionar sobre la violencia de género y las nuevas masculinidades, con motivo de la conmemoración del 25N.

Los talleres promovieron la empatía y el respeto, mostrando cómo la educación emocional puede ser un motor para la transformación social y la convivencia. Así, el proyecto no solo fomentó el diálogo entre saberes, sino que también abrió nuevas posibilidades para la construcción de herramientas pedagógicas que conecten con las realidades locales, posicionando a las sedes participantes como referentes en innovación educativa.

Una red intersedes para la transformación educativa

El trabajo en equipo fue esencial para el éxito del proyecto, integrando a estudiantes, egresados, docentes y contratistas de las tres sedes. Desde la creación de los títeres hasta la implementación de los talleres, cada etapa estuvo marcada por la colaboración interdisciplinaria y el intercambio de saberes.

Desde la Sede de La Paz, la profesora Bravo lideró el proyecto con el apoyo de estudiantes como Andrea Rivera, del programa de Gestión Cultural y Comunicativa, y Natalia Machado, de Ingeniería Mecatrónica. Además, este integró el talento del actor Rafael Moreno, del colectivo teatral Maderos Teatro, y de la titiritera Hansbleidy Lancheros, quienes contribuyeron con su experiencia en el diseño y manipulación de los títeres. Las profesionales de la Dirección de Bienestar, Vannesa Ramírez, Yerlys Alvarado y Yency Cardozo también apoyaron en actividades de validación de los títeres y de la metodología diseñada.

Profesores como Juan Sebastián Quintero de la Sede Amazonia y Giovanni Covelli de la Sede de la Paz, así como profesionales del Sistema de Acompañamiento Estudiantil de la Sede Palmira, como Martha Tutalcha, Isabel Reyes y Juan David Cuervo, fortalecieron la implementación. Adicionalmente, Ana María Ortiz, egresada UNAL, apoyó en el desarrollo de la metodología, planificación y ejecución de los talleres.

La profesora Bravo resaltó la importancia de esta red intersedes demostrando que la innovación educativa no tiene fronteras: “Al integrar los contextos y culturas de diferentes regiones, lograremos enriquecer la experiencia de aprendizaje y generar un impacto que trasciende lo local”.

Con iniciativas como esta, la UNAL reafirma su compromiso con una educación transformadora, que integra arte, tecnología y emociones para formar ciudadanos críticos y comprometidos con sus territorios. Los próximos pasos del proyecto incluyen ampliar la diversificación cultural de los títeres y sus sonidos emocionales, fortaleciendo su conexión con diferentes contextos regionales y nacionales.

La iniciativa se desarrolla dentro del proyecto madre “Formulación y consolidación del ecosistema de innovación académica” (con código BPUN 614-C4).















miércoles, 18 de diciembre de 2024

Arte, juegos y alegría, la fiesta con la que la UNAL despide 2024

 En su última edición de este año, “Caminos del cuidado” –evento organizado por la Oficina de Bienestar de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá– ofreció una experiencia inolvidable que evocó las coloridas ferias de los pueblitos colombianos. Inflables gigantes, trampolines y una variedad de juegos crearon un ambiente festivo que invitó a la comunidad universitaria a desconectarse del estrés cotidiano y a disfrutar de momentos de esparcimiento y alegría.





Durante este segundo semestre del año, cada jueves la Universidad transformó su campus en un espacio de encuentro y creatividad con “Caminos del cuidado”, iniciativa que promueve el bienestar, el arte y la recreación entre estudiantes, docentes y visitantes.

“Es como estar en una feria de pueblo, pero en pleno campus”, comentó un estudiante de Ingeniería que encontró en el evento una pausa perfecta para escapar del estrés académico.




Mucho más que una actividad recreativa, la iniciativa se ha convertido en un espacio que celebra la creatividad, la comunidad y el bienestar, reafirmando el compromiso de la Institución con el cuidado integral de quienes la habitan.


viernes, 6 de diciembre de 2024

Transforman el carbón en grafeno, componente útil que mejoraría la resistencia del concreto

 Con un rendimiento promedio del 23 % se destaca el potencial del carbón en la producción de materiales muy pequeños como el grafeno, el cual tiene propiedades excepcionales: alta conductividad eléctrica, resistencia mecánica y ligereza, características que lo hacen valioso para aplicaciones en electrónica, medicina y construcción. Para Colombia, país con reservas de carbón de 6.000 millones de toneladas, este avance abre nuevas puertas para su uso en aplicaciones como el fortalecimiento de materiales y el desarrollo de nuevos productos industriales.

El óxido de grafeno es una forma oxidada del grafeno, un material compuesto por capas de carbono de un solo átomo de grosor; pese a su potencial, producirlo en cantidades suficientes y de forma económica sigue siendo un desafío, especialmente en países en vías de desarrollo.

César Germán Franco Rodríguez, doctor en Ingeniería - Ciencia y Tecnología de Materiales de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), desarrolló un proceso innovador para obtener óxido de grafeno a partir de carbones antárcticos, minerales que se caracterizan por ser muy puros y tener un alto contenido de carbono. Su investigación no solo busca valorizar recursos naturales como el carbón, sino además promover aplicaciones sostenibles, como mejorar la resistencia del concreto.

La tesis doctoral, dirigida por el profesor Carlos Guerrero, del Departamento de Química de la UNAL, aplicó un proceso llamado oxidación de Homers, que consiste en someter el carbón a una mezcla de ácidos fuertes (sulfúrico y fosfórico) y agentes oxidantes (permanganato de potasio), los cuales descomponen las estructuras complejas del carbón y generan óxido de grafeno.

Con carbones boyacenses

Para comenzar, el doctor seleccionó carbones de minas en Boavita (Boyacá), conocidos por su alta pureza y contenido de carbono. Estas muestras se trituraron y clasificaron según su tamaño para garantizar que el material procesado fuera homogéneo y adecuado para las reacciones químicas.

“La norma técnica indica que las partículas deben tener tamaños menores a los 0,5 mm y deben estar acompañadas de un proceso de limpieza que, en el caso del carbón, incluye un baño alcalino con hidróxido de sodio o hidroxido de potasio para eliminar impurezas minerales, lo que mejora la pureza y concentración del carbono”, explica el investigador.

Posteriormente, el material se sometió a oxidación química mediante el método de Homers, en una reacción controlada de 10 horas para modificar la estructura cristalina del carbón e insertar cadenas funcionales que forman óxido de grafeno. Este se exfolió mediante un baño ultrasónico con surfactante, para obtener la limpieza perfecta de material.

Luego se purificó con etanol, se secó y caracterizó usando técnicas como espectrofotometría UV-Visible –que mide la cantidad de luz que absorbe o transmite una muestra en el rango de longitudes de onda ultravioleta (UV) y visible–, que sirve para determinar la concentración y calidad de una sustancia, como la pureza o la presencia de impurezas.

También utilizó microscopía electrónica de barrido, técnica que se utiliza para analizar la morfología y topografía de la superficie de un material; con la microscopía de fuerza atómica determinó capas, y a través de la espectroscopia Raman confirmó la estructura química y el grosor del material.

Así, el investigador encontró que es posible obtener óxido de grafeno a partir de carbón antracítico, un tipo de carbón con alta pureza y bajo contenido de impurezas.

Las estructuras obtenidas tienen una altura promedio entre 10,8 y 184,6 nanómetros (nm), un nanómetro es una mil millonésima parte de un metro. Además, las partículas resultantes presentan tamaños entre los 200 nm y 10 micrómetros (la milésima parte de un milímetro).

“En términos de rendimiento, el proceso logró extraer un 30 % del peso inicial del material, lo que indica que una porción significativa del carbón se convierte en óxido de grafeno”, señala el doctor Franco.

Actualmente el investigador trabaja en incorporar óxido de grafeno en el concreto, buscando aumentar su resistencia mecánica hasta en un 50 %, avance que reduciría el consumo de concreto hasta en un 25 %, alineándose con políticas de sostenibilidad y valorización de residuos.

“El carbón no es ni bueno ni malo, depende del uso que le demos. Este proyecto muestra cómo podemos transformar residuos en soluciones útiles para la humanidad, promoviendo alternativas sostenibles”, concluye el investigador.







martes, 8 de octubre de 2024

Lenguaje y cultura en la triple frontera amazónica, desafío para la educación

 Además del español y el portugués, en la frontera entre Colombia, Brasil y Perú se habla una amplia variedad de lenguas nativas, pues las comunidades indígenas son predominantes en la zona. Sin embargo, esta pluralidad presenta desafíos educativos en ciudades limítrofes como Tabatinga, ya que, aunque los extranjeros acceden a la educación primaria, secundaria y superior, la dinámica multicultural y multilingüe genera un impacto negativo en los procesos educativos y de aprendizaje en esta región brasileña.

La Escuela Municipal Duque de Caxias alberga no solo a estudiantes brasileños, sino también a personas provenientes de diferentes nacionalidades y contextos lingüísticos –como colombianos, peruanos y venezolanos–, y además a jóvenes y adultos pertenecientes a comunidades ribereñas de Tabatinga (Brasil) –como Bananal, Sapotal e Feijoal–, Leticia (Colombia) y la isla de Santa Rosa (Perú).

La Escuela forma parte de la Red de Educación Pública de Brasil; cuenta con 1.294 alumnos distribuidos en turnos de mañana, tarde y noche, 67 docentes y 17 personas de servicios generales entre cocineros, asistentes, limpieza y porteros, entre otros.

De los estudiantes de la jornada nocturna que participaron en la investigación, 19 están entre 13 y 40 años, 9 de ellos hablan portugués como segunda lengua (4 son peruanos y 5 de pueblos indígenas). Así mismo, se trabajó con 21 estudiantes varones, con edades entre 17 y 33 años, 4 son indígenas 2 peruanos, 1 venezolano.

Sede Amazonia y docente de la Escuela, menciona que “los estudiantes integran el turno nocturno, la mayoría se encuentran dentro del grado de distorsión por edad, es decir que han pasado tiempo fuera del aula por dificultades intelectuales o financieras, han repetido varios años, por lo que requieren todo el apoyo y estímulo para lograr secundaria completa”.

Barreras lingüísticas y sociales

El público objetivo de la investigación se estructuró a partir del análisis de los datos recogidos en cuestionarios y entrevistas, lo que permitió evidenciar que las barreras lingüísticas y las diferencias culturales afectan a los estudiantes, lo que se evidencia tanto en la deserción y el bajo rendimiento académico como en las relaciones sociales entre la comunidad educativa.

“Siempre me vi en ese dilema como profesora, cuando tenía que buscar estrategias flexibles para ayudar a los estudiantes y que no se quedaran con notas bajas, motivándolos a que no dejaran de estudiar”, manifiesta la profesora Vieira.


También se evidenció que los docentes enfrentaban un reto importante, pues debían adaptar sus estrategias pedagógicas para entender esta diversidad lingüística. “La carga laboral y la falta de  formación continua para los docentes de Tabatinga dificultaba la implementación de prácticas pedagógicas efectivas para dar respuesta a esta necesidad”, explica la magíster.

Así mismo, los docentes que habitan en la zona de frontera, aunque generalmente pueden llegar a entender el español, no las lenguas nativas, lo que dificulta el proceso académico con los estudiantes provenientes de comunidades indígenas de la triple frontera.

“Otra situación que presentaban varios de estudiantes eran los mensajes xenofóbicos, prejuiciosos por temas económicos y el matoneo (bullying) por parte de otros estudiantes, lo que hacía que les provocara una inseguridad al querer aprender portugués, pero los docentes muchas veces no comprendían esto”, puntualiza.

La investigación también reveló que las condiciones socioeconómicas de los alumnos influían significativamente en su rendimiento académico, pues muchos de ellos provenían de familias de bajos recursos, lo que a menudo los obligaba a trabajar de día, pero que al llegar la noche para dedicarse a los estudios ya estaban cansados física y mentalmente.

La necesidad de generar prácticas pedagógicas inclusivas

La magíster propone implementar estrategias pedagógicas inclusivas y adaptativas, no solo para estudiantes extranjeros, sino también para los indígenas. “A estos estudiantes no se les puede catalogar como perezosos sabiendo que no están entendiendo al 100 % las clases por el idioma que se habla, más bien hay que apoyarlos y comprenderlos”.

“En esta tarea los docentes también juegan un papel muy importante. Algunos solo pensaban en llegar al salón y dictar la clase, sin demostrar interés por poner en práctica una pedagogía inclusiva. Eso hay que cambiarlo urgentemente”.

Por eso, anota que es importante generar formación continua para docentes junto con políticas educativas que reconozcan y valoren la diversidad cultural, sobre todo en zonas de frontera como la de Colombia, Brasil y Perú, de tal manera que se puedan disminuir esos retos.

El trabajo de la magíster Vieira recibió una mención meritoria el pasado 27 de septiembre en la UNAL Sede Amazonia, donde la investigadora agradeció a sus directoras del proyecto, a la profesora Dany Mahecha Rubio, directora de la Unidad de Docencia y Formación de la Sede Amazonia, y a la profesora Lucélida de Fátima Maia da Costa, quienes aportaron de forma significativa al avance de este proceso investigativo.






miércoles, 4 de septiembre de 2024

Microorganismos sobrevivirían en alimentos de conservas salinas

 Aunque las carnes de pescado y algunos derivados cárnicos (como los embutidos) se conservan por medio de salazón (salar el alimento) para prevenir el crecimiento de hongos y bacterias, existen microorganismos capaces de sobrevivir a este método, a los que se les abriría la puerta si los alimentos no se conservan adecuadamente.

Los afanes del mundo moderno ante las exigencias laborales y familiares hacen que muchos se inclinen por preparaciones alimenticias que les quiten poco tiempo, como las conservas salinas: pescado seco, jamón, mariscos, camarones, cangrejos, carne de res y derivados cárnicos (jamón serrano, salami y algunas salchichas), sardinas o productos enlatados en general, sin pensar que el alto consumo de estos puede desencadenar problemas cardiovasculares, aumento de la presión arterial, enfermedades renales como la formación de cálculos, y retención de líquidos que llevan a la aparición de edemas.

Estos no son los únicos riesgos. Además, los alimentos con conservas salinas favorecerían la proliferación de microorganismos “halófilos”, que son bacterias y hongos que viven en ambientes muy salinos, e incluso que requieren la salinidad para su supervivencia.

La investigadora Martha Liliana Melo Rocha, magíster en Ciencias -Química de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, quien revisó cuáles son los efectos negativos de los microorganismos halotolerantes (adaptación de los organismos vivos a condiciones de alta salinidad) y halófilos en alimentos con conservas salinas, explica que “durante su proceso metabólico estos microorganismos producen enzimas como lipasas y proteasas que causan el deterioro del alimento”.

La investigación señala que uno de los efectos de dichos microorganismos en el pescado seco es la producción de histamina por bacterias –como Pseudomonas spp., Staphylococcus spp., Morganella spp. Y Enterobacterias– que puede desencadenar intoxicación, cuyos síntomas son similares a los de las alergias alimentarias, que pueden durar unas horas o máximo un día, lo que dificulta identificarlas. Otros síntomas son sudoración, diarrea, vómito, náuseas, dolor de cabeza, y dificultad para respirar.

Según la experta, “entender los mecanismos que realizan las especies que encontramos en los alimentos salados ayudaría a desarrollar estrategias que permitan mitigar el crecimiento microbiano y que, con base en la evidencia experimental, mejoraría el proceso de conservación de la salazón, una técnica antigua que todavía hoy se usa para la conservar a través de la sal carnes como el pescado y algunos derivados cárnicos, especialmente”.

Por ejemplo, usar como antimicrobianos naturales los aceites esenciales provenientes de especies como pimentón, orégano, tomillo, clavos y canela sería una alternativa para inhibir los microorganismos “halófilos” y “halotolerantes” presentes en los alimentos conservados con sal.

Mala apariencia: signo de microorganismos

La microbióloga y bioanalista Claudia Arenas Gómez, docente de la UNAL Sede de La Paz, recomienda que para prevenir el riesgo de estas afectaciones se debe reducir al mínimo este tipo de alimentos, consumir después de abierto en el tiempo que indica el empaque y no almacenarlos en altas temperaturas, ya que además contienen aditivos que causarían otras afectaciones en la salud.

Para retrasar, inhibir o prevenir el crecimiento de ciertos hongos y bacterias en un sistema alimentario, durante muchos años se utilizaron mecanismos de conservación como la fermentación (proceso catabólico de oxidación incompleta que no requiere oxígeno y cuyo producto final es un compuesto orgánico), la salazón (salar), el ahumado (someter los alimentos al humo de fuegos de maderas con poco nivel de resina), disecados y los escabeches (en vinagre).

Al respecto, la bióloga de la UNAL María Camila Orozco Martínez aporta: “estas son técnicas en las que se limita el crecimiento de los microorganismos porque esa carne se pone en una condición ‘extrema’, y es entonces cuando los ‘extremófilos’ (organismos que viven en condiciones extremas) actúan, pues aunque que se están aplicando todas las condiciones que permiten la conservación, al final parece que sí hay microorganismos –incluyendo los halófilos– que sobreviven a todas estas técnicas consideradas como extremas, y que causarían enfermedades”.

Por su parte, la bióloga María Angélica Leal, asesora de la investigación, recalca: “los halófilos estarían presentes en algunos alimentos conservados con sal y causarían efectos negativos, especialmente relacionados con las propiedades organolépticas del alimento, sobre todo cambios en el color, el sabor y la textura, lo que evidencia su deterioro y evita que el alimento sea consumido”.

“En cuanto al olor, se evidenció que los halófilos pueden incidir directamente en el proceso de descomposición, al romper algunas de esas proteínas y lípidos de los alimentos –sobre todo en pescado y en carnes– causantes de los olores fétidos”, agrega.

¿En dónde más se encuentran estos microorganismos?

La bacterióloga Jimena Sánchez Nieves, docente del Departamento de Biología en la UNAL Sede Bogotá y directora de este proyecto, señala que “los organismos ‘halófilos’ se encuentran naturalmente en ambientes salinos, como por ejemplo en Bolívar –en donde el mar rosado de Galerazamba toma este color por una microalga–, en las salinas de Zipaquirá y de Nemocón (Cundinamarca) y también en las de Manaure (La Guajira), en donde se encuentran principalmente hongos.