El
proceso les permite a pequeños y medianos productores reducir costos al generar
forraje como alimento para sus animales y evitar el uso de herbicidas en el
control de las malezas que usualmente crecen en las áreas marginales del
cultivo.
Para evitar la competencia por nutrientes en las áreas marginales de los cultivos de caña no se suele sembrar nada.
Para evitar la competencia por nutrientes en las áreas marginales de los cultivos de caña no se suele sembrar nada.
En cada cosecha se logró un rendimiento en producción
de hasta 2,17 k/m2 de maíz (Zea mays) y de
fríjol canavalia (Canavalia brasiliensis) en una de las áreas que
usualmente no se siembran en los cultivos de caña de azúcar. El resultado se
obtuvo durante la investigación adelantada por el zootecnista Luis Felipe
Aguilera, de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira.
El profesor Luis Miguel Ramírez, quien
dirigió el estudio, explica que “cada ciclo de producción de caña de azúcar
dura entre 12 y 14 meses. En el periodo comprendido entre el sexto y el
decimosegundo mes es posible aprovechar las áreas marginales de terreno para
producir forrajes de rápida cosecha como el maíz y el fríjol caupí, en forma
asociada, sin que estos obstaculicen el trabajo en la caña ni compitan por
los nutrientes con esta”.
Según el docente, en estas áreas marginales
crecen arvenses (malezas). Para que estas no proliferen y compitan por
nutrientes con las plantas de caña, los agricultores suelen utilizar
herbicidas, lo que constituye un costo adicional que no tendrían que realizar
si donde crecen los arvenses siembran maíz y frijol de uso forrajero.
Para el zootecnista Aguilera esta sería una
alternativa importante para pequeños y medianos productores que trabajan con
caña de azúcar y además crían ganado bovino para la comercialización de leche
o carne.
La mejor sociedad
En el estudio se sembraron cuatro cultivos
diferentes en un potrero subutilizado: fríjol caupí (Vigna unguiculata) y
fríjol canavalia, ambos pertenecientes a la familia de las leguminosas; y
maíz y sorgo forrajero (Sorghum vulgare), que forman parte de las
gramíneas.
El zootecnista destaca que “se seleccionaron
estas especies por su rápido crecimiento. Asimismo, las leguminosas le
aportan nitrógeno al suelo, factor que pueden aprovechar las gramíneas,
configurando una sociedad”.
Por esta razón se establecieron los cultivos
asociados intercalados, entre gramíneas y leguminosas, modificando el orden
en que se disponían las cuatro especies entre una unidad experimental
(repetición) y otra. “Por ejemplo, sembrábamos maíz y luego frijol caupí, y
en otra repetición maíz y luego canavalia. El objetivo era identificar cuál
era la pareja de gramínea-leguminosa (tratamiento) que conformaba la mejor
sociedad”, precisa el investigador.
En total se cultivaron cuatro repeticiones en
parcelas de 20 m2 por cada una de las cuatro sociedades
posibles, durante 42 días. Como resultado se encontró que la sociedad de maíz
y canavalia fue la de mayor rendimiento.
En segundo lugar se ubicó la sociedad del
maíz y el fríjol caupí, con 1,83 k/m2 en cada cosecha; la
tercera posición la ocupó el sorgo forrajero con el fríjol caupí, con
1,8 k/m2, y el cuarto lugar fue para el sorgo y el fríjol
canavalia, asociación con la que se obtuvo 1,72 k/m2.
Según datos del Censo Nacional Agropecuario
(DANE, 2014) en ese año en el Valle del Cauca había alrededor de 164.000
hectáreas de caña de azúcar sembradas (más de 10 veces el área del municipio
de Silvania, Cundinamarca), es decir el 74,3 % nacional. Además ocho de
cada 25 Unidades Productoras Agropecuarias del país dedicadas a este cultivo
están en ese departamento.
Según datos recogidos en la investigación, el
12 % de las hectáreas de cultivos de caña sembradas en el Valle del
Cauca son subutilizadas (áreas marginales), entre callejones de los cultivos,
canales de desagüe y otros espacios.
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