El Consejo Comunitario de Puerto Limón (Putumayo) es el producto de un proceso migratorio de personas negras oriundas de los municipios de Tumaco y Barbacoas (Nariño), quienes salieron de su territorio en busca de oportunidades, y en su camino llegaron a Putumayo, atraídos por el oro y el petróleo. Aunque no consiguieron los recursos económicos que esperaban, decidieron permanecer porque allí conformaron familias y una identidad que hoy, 50 años después, marcó un hito para las comunidades negras del departamento.
Analizar estos procesos migratorios y de configuración
territorial de las familias negras provenientes de Tumaco y Barbacoas (Nariño)
en la inspección de Puerto Limón del municipio de Mocoa (Putumayo) es la base
de la investigación “Del Pacifico venimos”, adelantada por la antropóloga Eny
Yohana Cerón Preciado, trabajadora social y magíster en Trabajo Social con
énfasis en Familias y Redes Sociales de la Universidad Nacional de Colombia
(UNAL).
Gracias a técnicas como entrevistas, micro-etnografías,
ejercicios de observación y búsqueda de archivos se identificaron las historias
migratorias de familias tumaqueñas y barbacoanas en el Putumayo. En esta
investigación se narra cómo la gente negra migró y no necesariamente por
desplazamiento o por despojo territorial, sino para buscar mejores condiciones
de vida y fundar pueblos a partir de una idea de comunidad negra en territorios
con poca población afro como Putumayo.
La migración de estas familias tuvo diferentes causas, entre
ellas socioeconómicas, por la oferta laboral en los periodos de bonanza
generados por la llegada de multinacionales petroleras, pese a los impactos de
la explotación en el territorio, así como las oportunidades de ascenso social
que representaban la minería artesanal.
Las 5 familias objeto de la investigación (alrededor de 40
individuos) decidieron viajar a Putumayo en la década de 1950, cuando estaba en
pleno auge la explotación de oro y petróleo. Pero según la investigación las
expectativas superaron el mito, algunas personas migraron hacia esta
inspección, primero solos y después trajeron a sus familias ante las
posibilidades laborales que se ofrecían y de poder tener un pedazo de tierra
para construir su propia casa.
Sin embargo, cuando llegaron a lo que entonces era una
inspección, constataron que la producción del oro no era tan abismal y que en
Barbacoas se extraía más oro que en otros lugares. En este municipio de 27.012
habitantes las principales actividades económicas son la agricultura, la
ganadería y el comercio, pero la minería es un capítulo aparte, ya que es el
mayor explotador de oro del departamento, con un promedio de 19.958 onzas
anuales vendidas al Banco de la República en los últimos 5 años, según la Cámara
de Comercio de Tumaco.
La magíster Cerón señala que “se habla de procesos
migratorios para decir que la gente negra no necesariamente migró de un lugar a
otro y se quedaron ahí, sino que siguieron andando. Es decir, salieron de
Tumaco o Barbacoas, y como sus expectativas no se realizaron continuaron hacia
Buga y Cali, bajaron al Cauca y después regresaron al Putumayo, exactamente a
la inspección de Puerto Limón, donde finalmente se asentaron. Un proceso
migratorio es una constante en la que las personas siempre están rotando”.
En los años 60 comenzaron a organizarse en Juntas de Acción
Comunal, y posteriormente, con la creación de Ley 70 se constituyó como Consejo
Comunitario en 2001, con el objetivo de ser una organización étnico-territorial
(según lo que establecía la norma), que hoy está conformado por más de 170
familias tumaqueñas y barbacoanas asentadas en 5 veredas.
Después de identificar los motivos por los cuales
comunidades negras migran para conquistar territorios en donde pueden recrear
prácticas tradicionales y así fortalecer su identidad, se evidenció además la
importancia que cobran las redes familiares a través de compadrazgo en las
trayectorias migratorias desde el Pacífico sur nariñense, que les permitieron a
estas comunidades mantenerse en el territorio, generar vínculos entre las
familias migrantes y conservar las relaciones con quienes se quedaron en los territorios
de origen.
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