Se trata de Bioyogur, una bebida láctea que va camino a ser patentada gracias a que combina la pulpa de esta fruta y esta verdura para darle paso a un yogur sabroso, con antioxidantes que frenan el deterioro de las células y con fibra dietética que previene el estreñimiento. Unidos la zanahoria y el mango propician la proliferación de microorganismos (probióticos) que mejoran la flora intestinal y reducen el riesgo de obesidad.
Así, si usted es de los que le huye al consumo de verduras,
con este innovador yogur no tendrá excusas para dejar de comerlas, pues su
paladar será invadido por notas dulces, alimenticias, y que le ayudarán a su
estómago a tener una mejor digestión, lidiar con la pesadez, la distensión, e
incluso con el dolor abdominal.
El creador de Bioyogur es Ángel David Camargo, magíster en
Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Nacional de Colombia
(UNAL), quien tomó la zanahoria y el mango –alimentos tropicales que en
Colombia forman parte de la producción agrícola de zonas cálidas y templadas–,
y los mezcló con la miel, en una leche natural.
Bioyogur es la denominación que puede recibir una bebida
láctea como esta, que contiene probióticos y otros compuestos que resultan
beneficiosos para la salud humana; así lo establece la Asociación Científica
Internacional para Probióticos y Prebióticos (Isapp).
Los probióticos se obtienen en el proceso de fermentación y
es por eso que se dice que el yogur es una fuente natural de estos
microorganismos benéficos para la salud. En este desarrollo, el magíster
incorporó probióticos comerciales para potenciar las bondades de la bebida
láctea.
“En general, los yogures comerciales no tienen adición de
probióticos, solo contienen los que se generan por la fermentación. En la
legislación colombiana, y según parámetros internacionales, para tener el
requisito de probiótico debe tener mínimo 106 unidades
formadoras de colonias por mililitro (10⁶ UFC/mL), que indican el crecimiento
de bacterias”.
Lo interesante es que Bioyogur obtuvo 10¹⁰ UFC/mL, una
mayor presencia de estas bacterias que supera el rango mínimo establecido por
la normatividad. Al contener una mayor carga de bacterias, aumenta su
beneficio.
El resultado se logró tras llevar cuatro cepas comerciales
con potencial probiótico al Laboratorio del Instituto de Ciencia y Tecnología
de Alimentos (ICTA) de la UNAL, y se incluyeron en la leche de base previamente
tratada en la planta de lácteos con la pulpa de la zanahoria y el mango.
Después se pasó a un proceso de refrigeración y
almacenamiento a 4 °C durante 28 días, para validar el comportamiento de
las bacterias. El día 21 el producto presentó un crecimiento significativo de
dichos organismos.
El investigador resalta que “las 10¹⁰ UFC/mL de
probióticos se mantuvieron vivas hasta el día 21, que fue el periodo que se
determinó para hacer la evaluación, lo cual demostró que se pueden adaptar a
bajas temperaturas”.
La zanahoria y el mango se eligieron por demostrar que
favorecían la proliferación de los probióticos. Esto se determinó después de
hacer pruebas con otra relación de alimentos como la ahuyama y el mango, que no
presentaron resultados de tal nivel.
Y por supuesto, para evaluar la calidad del producto se
recurrió a un grupo de “catadores” de yogur. Alrededor de 40 personas mayores
de 16 años determinaron la aceptación del producto final luego de evaluar
características como textura, sabor, apariencia y color. La mayoría de los
comentarios coincidieron en señalar que era increíble pensar que dicho producto
tenía como base la zanahoria.
La creación de Bioyogur fue co-dirigida por las profesoras
Consuelo Díaz Moreno y Camila Bernal Castro, de la Facultad de Ciencias Agrarias
de la UNAL. En 2022 ganó una convocatoria realizada en España por la Isapp en
el marco del Congreso Anual, espacio para hablar de los beneficios de los
probióticos y prebióticos en la salud, entre otros temas.
También contó el apoyo de la profesora Carolina Gutiérrez,
líder nacional de investigación de la Escuela de Ciencias Agrícolas, Pecuarias
y del Medio Ambiente de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD), y
de Gregorio Hernández y Esperanza Pulido, personal encargado del Laboratorio de
Análisis Microbiológico de Alimentos de la UNAL.
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