lunes, 12 de octubre de 2020

Madres, transmisoras de una cultura de paz

Preocuparse por el bienestar del otro, resolver las diferencias sin confrontaciones, mantener un diálogo permanente y confiar, son algunos de los comportamientos identificados en madres de adolescentes de Bogotá.

Ellas inculcan la idea de la convivencia, de la posibilidad de estar con personas distintas en medio del respeto, de cómo el diálogo permanente en la cotidianidad es el camino para encontrar una forma distinta de resolver los problemas, y que no pase en medio de una confrontación.

Así lo explica Eduardo Aguirre, director del Departamento de Psicología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien formó parte del equipo de investigación que reúne a las cinco universidades públicas de Bogotá y que realizó el estudio que busca resolver la pregunta: ¿qué tan importante es el rol de las madres para que los adolescentes entiendan y se apropien de las ideas que rondan la paz?

Los resultados de este trabajo, que se adelantó con base en las narrativas de 323 madres de adolescentes de diferentes estratos socioeconómicos, así: estrato 2 con 55 %, 3 con 36 %, 4 con 4 % y 1 con 5 %, se presentaron durante el “Encuentro de investigación y diálogo interuniversitario 2020: Academia y Sociedad”, organizado por el Instituto Colombo Alemán para la Paz (Capaz) y la Dirección de Investigación y Extensión de la UNAL.

El proyecto busca comprender las prácticas y narrativas que tienen algunas madres de Bogotá en relación con la paz en el escenario posterior a la firma de los Acuerdos de La Habana, y cómo la trasmisión de la cultura de paz es clave en la construcción de una sociedad orientada a ella.

Para el análisis, los investigadores entrevistarían a madres de hijos con edades entre 11 y 14 años; sin embargo en marzo, cuando empezaron a recolectar los datos, llegó el confinamiento por la pandemia en Bogotá, y eso obligó al equipo a apoyarse en canales digitales.

Reconocer al otro

Uno de los hallazgos del estudio –financiado por la “Convocatoria de proyectos de investigación en paz y posacuerdo” del Sistema Universitario Estatal (SUE) del Distrito Capital– es que las madres le dan más peso al bienestar del otro, a relacionarse en buenos términos, a resolver los conflictos de manera pacífica, “esto va muy en línea con la idea del posacuerdo, con la idea de reconocer al otro, de resolver las diferencias sin confrontaciones”, explica el doctor Aguirre.

La investigación revela que las madres consideran que en “colaborar con el otro” y “ser educado” se puede gestar el respeto a la diferencia, tanto en el hogar como en el espacio escolar.

“Estas prácticas de crianza promueven la preocupación por el otro como valor social, algo que se aprende en la familia, se reproduce en el transcurso de la vida y probablemente en el comportamiento de adulto”, señala el director Aguirre.

Los investigadores encontraron que para las madres los amigos son importantes, ya que permiten asumir compromisos, retos, son apoyo a su desarrollo personal, a la reciprocidad, a ver el valor del compañerismo y el respeto al compartir el espacio público y el autorrespeto.

En ese aspecto, el doctor Aguirre agrega que gracias a esa narrativa se genera un vínculo con los padres más allá de una relación transitoria. “Al final la amistad permite que la acción política tenga un sentido menos instrumental, que fomente el compromiso de los jóvenes con su entorno social”, subraya.

Autoridad para resolver conflictos

Dentro de esas narrativas de las madres entrevistadas, que tenían en promedio 38 años, los académicos señalan que estas les trasmitían de forma importante a sus hijos la idea del funcionamiento del Estado, de acudir –si se requiere– a las autoridades o instituciones para la resolución pacífica de conflictos, que acatar las normas permite una mejor convivencia y garantiza su seguridad dentro y fuera del hogar.

Otro aspecto que se resalta es el discurso de que “es necesario enseñarles a los hijos a defenderse en los entornos fuera de la casa”, pero al tiempo recalcan la idea de la paz como una construcción en los territorios, ámbitos cotidianos, el hogar y los espacios públicos, como la escuela.

“Encontramos una interesante dicotomía entre un apoyo a la resolución de conflictos, a forjar la confianza en los otros, y una desconfianza en los entornos que están más allá del hogar, como los espacios públicos de la ciudad que habitan los jóvenes”.



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