Observar la temperatura superficial del mar, la presión atmosférica y los fuertes vientos de los huracanes Harvey, Michael e Ida que han pasado por el golfo de México entre 2016 y 2021, permitiría tener una visión concreta de lo que se debe monitorear en las regiones del Caribe para prever pérdidas en la zona costera continental e insular colombiana.
Las condiciones meteorológicas que se presentan entre junio
y noviembre en el golfo de México son propicias para la formación de huracanes
en las zonas costeras, específicamente la temperatura superficial del mar
(TSM), que se encuentra por encima de los 26 °C, y la presión al nivel del
mar (PNM), por debajo de 1.013 milibar (mbar).
Juan Sebastián Gómez, estudiante de último semestre de
Geología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, menciona
que “desde hace seis años la temperatura superficial del mar en las aguas
costeras del golfo es la que ha presentado mayores anomalías, al subir
5 °C mientras la temperatura del aire hasta 8 °C, lo que indicaría un
calentamiento significativo tanto del mar como de la parte inferior de la
atmósfera durante la temporada de huracanes”.
La profesora Nancy Liliana Villegas Bolaños, directora del
Grupo de Investigación en Oceanología (CENIT) de la UNAL, afirma que “el Caribe
colombiano se encuentra en un sector donde en los últimos años se están
presentando condiciones similares a las estudiadas en el golfo de México”.
Por eso los resultados ofrecidos por su pupilo Gómez
“permitirían que el conocimiento adquirido se aplique en el monitoreo asertivo
de las islas, con lo que se podrá pronosticar la ocurrencia, intensidad y
trayectoria de huracanes en nuestra región, y así alertar a la población,
minimizando pérdidas económicas y humanas”.
Siguiendo la pista de cómo se forman los huracanes
Los huracanes o ciclones tropicales son grandes y fuertes
tormentas que se forman en el mar y que pueden provocar vientos con una
velocidad superior a los 100 o 200 km/hora. Se crean en aguas con una TSM
superior a los 26/27 ºC del océano Atlántico para este caso.
Estos se forman como resultado de una mezcla de diferentes
factores. El estudiante Gómez dice que uno de ellos es que es necesario que la
PNM sea inferior a 1.013 mbar para que las presiones sean bajas y se dé el
movimiento de los vientos.
Además se debe tener una TSM alta al menos de 15 m de
profundidad, un aspecto relevante si se tiene en cuenta que “con estas
temperaturas aumenta la evaporación, la cual actúa como el 'combustible' que
mantiene a los huracanes”.
Con Harvey, la temperatura del mar se encontraba por encima
de los 30 °C y la presión atmosférica marcaba 990 mb. Ida tocó tierra
con vientos máximos sostenidos de 240 km/h, se intensificó sobre las
cálidas aguas del golfo de México, que se encontraban en 30 °C, además, la
presión atmosférica era de 929 mb. Y Michael alcanzó vientos máximos de
260 km/h, la presión mínima era de 919 mb y la temperatura sobre el
nivel del mar estaba en 30 °C y olas hasta 6 m.
Para llegar a estas conclusiones se analizaron cinco
parámetros que están relacionados con la formación de huracanes: TSM, PNM,
temperatura del aire, cobertura de nubes bajas (aquellas cuyas bases se
encuentran por debajo de los 2.000 m y que casi siempre están compuestas
por gotas de agua) y precipitación convectiva (la que se da como resultado de
la interacción de masas de aire que convergen y ascienden generando lluvia);
las dos últimas sirven como indicadoras de la presencia de un huracán y su
desarrollo.
Con los datos obtenidos se realizaron gráficas y mapas que
muestran cómo se han comportado dichos parámetros tanto a lo largo de los años
como durante el año, mostrando que hacia el segundo semestre del año las
condiciones para la formación de huracanes son propicias y van de la mano con
la ocurrencia de huracanes intensos, en especial entre agosto y octubre.
“El calentamiento global ha incrementado la temperatura
superficial del mar, factor fundamental para que regiones como el Caribe
colombiano sean ahora más vulnerables a procesos de interacción
océano-atmosféricos como el huracán Iota que azotó a San Andrés en 2020, y
Berni en La Guajira en junio de este año”, concluye la profesora Villegas.
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