El desperdicio del agua proveniente del acueducto se podría evitar utilizando este recurso, sin sacrificar la calidad del material.
Así lo estableció Diego Alejandro Rodríguez Gaviria,
estudiante de la Maestría en Construcción de la Universidad Nacional de
Colombia (UNAL) Sede Medellín, en una investigación realizada en Arauca, ciudad
en expansión donde los constructores han venido usando el agua del acueducto
para sus mezclas de cemento y concreto.
Una de sus preocupaciones fue ver el alto consumo de agua
apta para el consumo humano en procesos de construcción en su ciudad natal, que
además se tiene problemas de suministro. “Quería encontrar una alternativa y
entonces hice un análisis comparativo, por medio de parámetros fisicoquímicos
de agua potable, lluvia y subterránea, y luego probé mezclas de concreto con
esas aguas para medir su resistencia a la compresión”, detalla.
Explica además que el agua es vital en la fabricación de
concretos porque es la que permite la mezcla homogénea de arena y triturado o
grava, gracias a una reacción química que crea adherencia entre esas
partículas.
El reglamento colombiano de construcción sismorresistente
(NSR-10, título C) establece que el agua usada para fabricar concreto debe
estar limpia y libre de concentraciones de cloruros, aceites, ácidos, álcalis,
sales y materiales orgánicos, entre otras sustancias.
“Si el agua contiene alguna impureza podría haber problemas
con la hidratación del cemento al producirse modificaciones del tiempo de
fraguado (endurecimiento), que reducirían la resistencia mecánica causando
eflorescencias (manchas blancas por concentración de sales) y aumentando el
riesgo de corrosión de las armaduras (barras metálicas)”, detalló el investigador.
Después de varios análisis del comportamiento de las lluvias
tomó muestras en Arauca entre junio a julio. Además hizo un pozo de 84 m
de profundidad para extraer aguas, y por último tomó muestras del agua del
acueducto municipal de la ciudad.
Analizó las muestras para medir sus parámetros
fisicoquímicos: niveles de turbiedad, pH, temperatura, conductividad, dureza,
sólidos totales y disueltos, alcalinidad total y niveles de calcio, magnesio,
sulfatos, hierros, cloruros y bicarbonatos presentes. Luego preparó bloques de
concreto con esas mezclas, los dejó secar y analizó la resistencia que
alcanzaron después de 7, 14 y 28 días. Los resultados fueron sorpresivos.
“El agua del acueducto fue la que ofreció mayor resistencia,
pero el resultado del agua lluvia fue casi igual. Incluso el agua subterránea
se podría usar con ciertas modificaciones”, dijo el investigador.
Por el contrario, el agua captada en pozos subterráneos
tenía un pH bajo respecto a las demás muestras, además de alta concentración de
cloruros (sales que podrían generar eflorescencias). “En este caso, si se va a
usar habría que hacerle un tratamiento con arcillas para que absorban esos
iones de cloruro que pueden causar corrosión”, agregó.
“En la construcción nos habituamos a usar agua potable y por
eso hay muy pocos estudios en el país sobre otras fuentes. Pero luego de este
análisis vemos que hay muchas otras formas de optimizar recursos y reducir el
impacto ambiental”, concluyó el investigador, quien reflexionó sobre la
necesidad de tener sistemas de captación, pues hoy el país está desperdiciando
sus aguas lluvias.